Escrito por Jose Ignacio:
Desafortunadamente no es Bilbao una plaza en la que los eventos relacionados con el mundo del vino estén a la orden del día. La tradición culinaria que destila el Botxo, su buen nivel gastronómico, y sobre todo la implicación de los bilbaínos en todo lo que tenga que ver con sentarse a una mesa, no se ve después reflejado en un impulso decidido a las actividades de promoción del sector vinícola. Apenas un par de eventos o tres, concentrados en los primeros meses del año, constituyen un pequeño oasis en el desierto de la ciudad.
Desafortunadamente no es Bilbao una plaza en la que los eventos relacionados con el mundo del vino estén a la orden del día. La tradición culinaria que destila el Botxo, su buen nivel gastronómico, y sobre todo la implicación de los bilbaínos en todo lo que tenga que ver con sentarse a una mesa, no se ve después reflejado en un impulso decidido a las actividades de promoción del sector vinícola. Apenas un par de eventos o tres, concentrados en los primeros meses del año, constituyen un pequeño oasis en el desierto de la ciudad.
Ayer día 28 de Enero se celebró en el Hotel Domine el Salón Enolia, uno de esos encuentros que ponen en valor a los profesionales que trabajan en el sector, bodegueros, distribuidores, comerciantes y hosteleros entre otros, pero que también dan una pista sobre el interés real que el vino despierta en los aficionados. Y es que pese a ser Enolia un evento centrado principalmente en el ámbito profesional, a las 8 de la tarde el local donde se celebraba el acto estaba abarrotado de público, muchos de ellos simples aficionados y amantes del vino.
Enolia es un encuentro modesto, alejado de la pompa que puedan tener otros eventos de ámbito nacional, pero también es un escenario cercano donde poder conocer, de primera mano y sin agobios, las novedades que las bodegas ponen a disposición de los consumidores. Así es que allá que nos fuimos Los ResCatadores de vinos para ver de qué se hablaba y qué se bebía en el lugar, para poder después contarlo aquí. Por supuesto no se trata de un recorrido completo, más que nada porque nuestro hígado se resentiría un pelín, y tampoco es plan de maltratarlo. Que nos perdonen los vinos ausentes, pero es todo lo que pudimos probar en la hora y media que estuvimos.