lunes, 25 de noviembre de 2013

Cata XVIII: Vinos de sol

Escrito por José Ignacio Rojo
El sábado 16 de Noviembre, y pasados ya el verano y los calores, retomamos las catas de los ResCatadores en la edición número 18 de las mismas, la cuarta y última de este año 2013. Nos adentrábamos en esta ocasión precisamente en ese tipo de vinos que provienen de zonas donde sol y calor son los principales protagonistas. Buscábamos un perfil completamente diferente a la cata que hicimos en Marzo de vinos atlánticos, y en esta ocasión esperábamos más color, más extracción, potencia, concentración…
Comenzamos por repartir las zonas entre los 6 participantes en la cata, más que nada para cubrir un abanico interesante de zonas vinícolas. Así, las regiones elegidas fueron Andalucía, Extremadura, Levante, La Mancha, Madrid y las Islas Baleares. Si bien es cierto que en todas ellas podemos encontrar comarcas concretas no tan calurosas, no es menos cierto que se trata en general de zonas con veranos secos y cálidos, perfecto para lo que buscábamos.
Llegados a la cata nos juntamos con estos 6 vinos:
-      La Mancha: El Vínculo Reserva 2003. DO La Mancha, 100% Tempranillo. PVP aprox. 20 euros
-      Madrid: Bernabeleva Arroyo del Tórtolas 2010. DO Vinos de Madrid, 100% Garnacha. PVP aprox. 25 euros
-      Baleares: Tianna Bocchoris 2010. DO Binissalem Mallorca, coupage de Mantonegro Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Callet y Monastrell. PVP aprox. 15 euros
-      Andalucía: Señorío de Nevada 2007 Syrah-Merlot. Vino de la Tierra Laderas del Genil. PVP aprox. 15 euros
-      Extremadura: Mansaborá 2010. Vino de la Tierra de Extremadura, 100% Tempranillo. PVP aprox. 15 euros
-      Levante: Tarima Hill 2011. DO Alicante, 100% Monastrell. PVP aprox. 10 euros
Como se puede comprobar, no somos el grupo más riguroso del mundo eligiendo el vino. Variedades diferentes, añadas dispares, rangos de precios diversos,… un desastre. Pero en fin, es lo que hay.
Abrió la cata el vino manchego, El Vínculo Reserva 2003. Si queríamos sol aquí lo tenemos a raudales puesto que a las consabidas características de esta región se le sumó el componente de la añada 2003, la más calurosa de la última década. Una botella que tuvo problemas con el corcho pero que afortunadamente no afectó al vino. Presentaba un aspecto un tanto turbio pero esa fue su única concesión a la heterodoxia, en todo los demás aspectos se comportó más que correctamente. Carácter varietal, muy buena acidez y el sabor a madera de un reserva clásico. Se beneficiaba también de su larga estancia en botella, con un tanino muy domado y de paso fácil que invitaba a seguir bebiendo. Bien.
Con el segundo de la tarde cometimos tal vez un pequeño infanticidio, práctica habitual en bebedores sin la paciencia necesaria para aguantar los vinos hasta su momento de consumo óptimo. Se trataba de la garnacha madrileña de Bernabeleva, una de las zonas y bodegas más en boga actualmente en España. Aquí sí se notaba la falta de botella, era sin duda un vino con buenos mimbres pero tal vez excesivamente tánico para poder apreciar bien todos sus matices. No hay que dejarse engañar por su aspecto ligero y su capa justita puesto que después se revela como un vino con personalidad, con un ligero toque amargo que le confiere carácter.
Le llegó el turno después a un vino mallorquín que es un popurrí de variedades locales, nacionales e internacionales. Hasta 6 vidueños diferentes conforman este Tianna Bocchoris 2010, dominado por el carácter balsámico, los apuntes varietales de la Cabernet y una nota muy tostada. Tal vez su carácter más fresco respecto de los demás le benefició en las votaciones finales.
Con el estómago ya asentado, dimos cuenta del Señorío de Nevada 2007 Syrah-Merlot. Su elección respondió más a motivos sentimentales que a bondades intrínsecas al mismo, y vaya si se notó. Resultó a la postre el vino más flojo de la cata, incluso no sabría decir si la botella se encontraba en perfectas condiciones puesto que daba algunas notas de humedad. En cuanto al resto mucha especia, sobre todo pimienta, y madera usada muy presente. Tal vez un poco pasadito.
En la antesala del fin de fiesta se abrió el vino extremeño, el más desconocido de todos. Una pena que un producto con un exterior de tan bonita presentación y nombre sonoro no cuente con un interior a la altura. No es un mal vino, pero con un poco más de encanto sin duda llamaría la atención. Destaca sobre todo la fruta negra y su sabor dulzón. Para los curiosos, su nombre se lo debe a la princesa mora Mansaborá, que enseñó los pasadizos secretos de acceso a Cáceres a un soldado cristiano del que estaba enamorada, y que utilizaron los soldados de Alfonso IX para la conquista de la ciudad. Por esta traición, el padre de la princesa la convirtió en gallina con las alas de oro y a su séquito en pollitos con alas de plata.
Y ya para terminar uno de los vinos del grupo Ordoñez, el alicantino Tarima Hill. Se trata de un vino potente, tánico y goloso, una bomba de aromas y sabores que gustó a varios de los presentes. La verdad es que los vinos de esta bodega son siempre agradables pero tal vez fallan en su escasa tipicidad, ese carácter distintivo que permite identificar a un vino como proveniente de una región determinada y que lo hace por tanto diferente. Vemos a diario muchos vinos parecidos, que comparten excesivas similitudes pese a provenir de latitudes alejadas unas de otras y utilizar variedades de uva diferentes. Sin duda el proceso de vinificación tiene buena parte de culpa en todo esto. La cuasi industrialización de la producción ha obrado milagros a la hora de obtener vinos que se mantienen en perfectas condiciones de consumo y satisfacen los deseos de una mayoría de clientes, pero con tan escasa personalidad que a uno se le hace complicado distinguir un Syrah del Ródano de otro Australiano. No puedo estar más de acuerdo aquí con lo que dice Terry Theise en su libro Reading between the wines hablando del 'Mucho de una muchedad', demasiado de lo mismo, cientos de vinos que se parecen entre si como gotas de agua y que vienen a empobrecer una de las grandezas del vino como es su capacidad para transmitir las cualidades de la región de la que proviene. Pero esta es otra historia y hablaremos de ella más en profundidad muy pronto porque estamos preparando ya la primera cata de 2014 y algo tiene que ver con todo esto.
Y hasta ahí llegó la jornada. El ganador de la tarde fue el Tianna Bocchoris con mucha ventaja respecto al segundo clasificado, el Tarima Hill, y con todos los demás vinos bastante apretados en la tabla.
Volvemos pronto. ¡Salud!

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